Lo primero que debemos hacer, como siempre, es limpiar la zona. No es necesario que retiremos completamente la pasta de juntas antigua, pero sí conviene rascarla con el borde de una espátula para asegurarnos de que las partes flojas se desprenden.

A continuación debemos mezclar el plaste en una relación de entre 0,250 litros de agua por cada kilo de producto. Lo removeremos todo hasta obtener una pasta homogénea y sin grumos y la dejaremos reposar unos minutos.

Aplicamos la pasta sobre la pared con una llana o espátula fina de goma, dando pasadas diagonales. De momento no debemos preocuparnos porque queden restos sobre los azulejos. A lo que sí debemos estar atentos es a que todas las juntas queden uniformemente cargadas de pasta. Las últimas pasadas las damos con un ángulo pared-llana muy abierto, con lo cual retiraremos gran parte del sobrante de la superficie de los azulejos, aunque, por supuesto, seguirán quedando restos.

Una vez que el producto ha empezado a secar, no más de 20 minutos después de su aplicación, limpiaremos el sobrante que queda sobre los azulejos con un paño húmedo. Este punto es muy importante porque, si el producto seca completamente sobre las baldosas, retirarlo puede ser muy difícil. Si respetamos los tiempos, limpiaremos el sobrante con facilidad y sólo quedará la pasta que se haya introducido en las juntas, ofreciendo un aspecto limpio y renovado.

El primer paso es idéntico al anterior, es decir, limpiar bien la zona para asegurarnos de que no queden polvo o grasas que mermen la eficiencia del tratamiento.

A continuación, vamos aplicando el producto directamente del tubo, junta por junta. Después, presionamos con una espátula sobre la pasta para asegurarnos de que esta penetra bien a fondo en las juntas. De momento no nos preocuparemos si vemos que el producto rebosa sobre los azulejos.

Igual que con el Juntas Blancas Impermeables, pasaremos un paño húmedo para limpiar los restos que hayan quedado sobre las baldosas. No dejaremos pasar, en ningún caso, más de 20 minutos entre la aplicación del producto y este paso, porque debemos retirar el sobrante de los azulejos antes de que la masilla seque completamente.

La más clásica de todas. Los azulejos van situados unos encima de otros formando juntas continuas, tanto verticales como horizontales.

Una forma peculiar de colocar los azulejos con la junta corrida es colocar las piezas, si son rectangulares, en sentido vertical. Esta disposición tiene la virtud de crear un efecto de techos altos.

En este estilo la disposición de los azulejos recuerda a la de los sillares de un muro de piedra; es decir, que la junta entre dos piezas de una fila cae justo en mitad de las piezas de la fila superior e inferior. Esta disposición se utiliza mucho con azulejos biselados tipo metro.

En esta forma de disponer los azulejos, las filas alternas mantienen las juntas verticales alineadas, mientras que las intermedias las tienen, también alineadas entre sí, pero ligeramente desplazadas, creando el efecto de que una fila avanza y la otra retrocede. Es una disposición clásica en azulejos alargados con una relación 1/3.

Muy parecida a la anterior, solo que el desplazamiento de las filas se mantiene constante. Es decir, que las juntas verticales no quedan alineadas cada dos filas.

Esta disposición, pensada para azulejos con una relación ½, consiste en alternar dos piezas en sentido vertical con dos en sentido horizontal, de manera que cada pareja forme como un conjunto que se colocaría con junta corrida.

Una disposición clásica para azulejos cuadrados, un tanto mareante para algunas personas. En este caso las juntas forman una X.

Si colocamos azulejos rectangulares muy alargados en forma de X, lo que obtenemos, en lugar de la disposición diagonal antes descrita, es un patrón conocido como espiga, que por cierto también estuvo muy de moda en parquets. La disposición en espiga puede ser con “la flecha” conseguirse con los azulejos colocados en diagonal, o bien en horizontal y vertical. Además, cuando las piezas no son muy alargadas (con una relación ½) se consigue un efecto más compacto conocido como Herringbone.

Hazte con un cincel para azulejos y un martillo y retira la pieza que quieras sustituir. Utiliza, eso sí, una herramienta acorde con el tamaño del azulejo a retirar, ¡recuerda que no se trata de demoler la pared!

Encaja el cincel en la junta, en un ángulo de unos 45º y golpea con mucho cuidado de no dañar las piezas circundantes. Un buen truco para evitar dañarlas es taparlas con dos o tres capas de cinta de carrocero.

En cuanto el cincel «encuentre su camino» bajo la baldosa, verás como esta se desprende fácilmente. A veces basta con hacer un poco de palanca.

Puede que descubras debajo del azulejo unos restos de cemento formando surcos paralelos. Los azulejos suelen colocarse con un producto conocido como «cemento cola» (que nosotros también utilizaremos) y que, generalmente, se aplica de esta forma acanalada. Pero no adelantemos acontecimientos, lo que debes hacer a continuación es retirar dichos restos y regularizar la superficie. Para ello puedes utilizar una espátula o bien el mismo cincel.

Quitaremos también los restos de pasta de juntas. Y aquí hay un detalle a tener en cuenta: no sólo retiraremos la junta que rodeaba la pieza que acabamos de quitar, sino también un par de centímetros de junta entre los azulejos contiguos. Más tarde veremos por qué.

Hazte con un buen cepillo y repasa enérgicamente la zona para retirar cualquier resto flojo y todo el polvillo que, a buen seguro, se habrá desprendido con lo que hemos hecho hasta ahora.

Cogemos un poco de Cemento Cola en Pasta de Beissier con una espátula dentada y lo aplicamos en el hueco dejado por la baldosa que hemos retirado. ¿Ves? ¡así es como se hacen esos surcos! De esta manera, cuando coloquemos el azulejo sobre el cemento cola, este se extenderá cerrando los huecos, en lugar de escapar por las juntas y ponerlo todo perdido.

También es posible poner tan sólo un poco de cemento cola en el centro del hueco, con la idea de que se extienda hacia los bordes, pero con este método es más probable que las esquinas del azulejo queden «en el aire», con lo que en el futuro la pieza será más propensa a partirse ante cualquier golpe en alguna de sus esquinas.

Las crucetas son pequeñas piezas de plástico que se colocan en los vértices de los azulejos, es decir, en el punto en el que las juntas verticales se cruzan con las horizontales. Su función es la de asegurar que la separación entre los azulejos es siempre la misma. ¿Creías que el albañil que te alicató el baño era un maestro de la línea recta? Puede que lo fuera ¡pero te garantizamos que él también utilizó crucetas!

Obviamente, hay muchos tamaños de crucetas. Asegúrate de utilizar el tamaño que corresponda a tu alicatado. Debes situar cuatro crucetas en las cuatro esquinas del hueco en el que vas a colocar la baldosa. ¿Recuerdas que antes te dijimos que debías retirar un par de centímetros extra de junta? Ahora ves por qué: si no lo hubieras hecho, ahora no podrías encajar las crucetas apropiadamente.

Ya tenemos todo listo, el cemento cola aplicado, las crucetas en su sitio… ha llegado la hora de la verdad. Coloca el azulejo en su sitio. Apoya la parte inferior sobre las crucetas y después empuja hasta que la pieza quede bien encajada. Para conseguir que la pieza quede al ras del resto del alicatado, puedes dar unos golpes suaves con una maza de goma. También resulta útil pasar un nivel.

Una vez que el cemento cola ha secado, podemos proceder al rejuntado. Puedes retirar las crucetas con cuidado o, si son muy estrechas, dejarlas en su sitio y aplicar la pasta de juntas sobre ellas; nunca más volverás a verlas…

Lo ideal es que aproveches y renueves todas las juntas de la pared. Así no habrá diferencias de tono entre unas juntas y otras. En cuanto al proceso que debes seguir para renovar las juntas. Ya hemos hablado de ello en varias ocasiones. Puedes recordarlo aquí.