España es el país con mayor amplitud térmica de media de toda Europa. Esto significa que, a lo largo de un día determinado, la diferencia entre la temperatura máxima y mínima es mayor, generalmente, que en el resto del continente.
Este hecho, que aparentemente poco tiene que ver con el bricolaje, tiene sin embargo sus consecuencias. Cada material reacciona de forma distinta a los cambios de temperatura, dilatándose más o menos. En un escenario de gran oscilación térmica, la constante de dilatación y contracción puede hacer que, en los puntos de encuentro entre distintos materiales, aparezcan fisuras.
Un ejemplo claro son las ventanas, que no solo suelen estar fabricadas con materiales susceptibles de sufrir dilataciones, sino que además están muy expuestas a las condiciones exteriores. Para saber cuánto variará su volumen en función de los cambios de temperatura se emplea el coeficiente de dilatación lineal. No vamos a entrar aquí en complicadas fórmulas matemáticas, pero sí diremos que una ventana de aluminio de un metro de ancho sufrirá una variación de 0,24 milímetros con un salto de 10º, mientras que el volumen de una ventana del mismo tamaño, pero fabricada en PVC, variará 0,70 milímetros. Obviamente, cuanto mayor sea el ventanal, más dilatación habrá.
Esto, como decíamos, acaba ocasionando fisuras que, aparte de antiestéticas, también pueden comprometer las prestaciones térmicas de la ventana.
Para sellar esas fisuras es necesario, pues, aplicar una masilla capaz de adaptarse a esos cambios permanentes de anchura. Nosotros recomendamos Aguaplast Fibra, porque aparte de ser una masilla muy elástica, muestra gran capacidad de adherencia a distintos materiales. Esto es muy importante porque, en este caso, ambos lados de la fisura serán siempre de diferente material. Además, Aguaplast Fibra es muy duradero e impermeable.