Los dormitorios son estancias muy polivalentes. Entre sus funciones están la de ser una zona de descanso, pero también de almacenamiento y de vestidor; y en el caso de los dormitorios de los niños, también son áreas de estudio y de juego. Es por eso que una correcta distribución es fundamental para poder cumplir con todas esas funciones.
En este artículo nos vamos a centrar en algunas cosas a tener en cuenta a la hora de escoger y distribuir un dormitorio principal (o de matrimonio); los dormitorios infantiles son un mundo aparte que dejamos para otra ocasión.
01 Las proporciones ideales
A menudo cuando vemos una vivienda vacía nos encontramos con que los dormitorios tienen una forma rectangular, algo alargada. Esta es, en realidad, la forma más deseable (a no ser que el dormitorio tenga armarios empotrados de obra o que hablemos de un rectángulo extraordinariamente alargado). Y es que si el dormitorio tuviera una forma perfectamente cuadrada, al montar un armario en una de las paredes, el hueco que quedaría para todo lo demás sería rectangular. Es decir, que unas proporciones rectangulares tienden a convertirse en cuadradas cuando colocamos el armario que, por norma general, suele haber en toda habitación de matrimonio.
Así pues, salvo que un radiador, una ventana o una puerta lo impidan, las proporciones del dormitorio ya nos están indicando dónde deben ir los armarios: en una de las paredes cortas.
02 Tamaño mínimo
Para saber si una habitación es lo suficientemente grande como para ser utilizada como habitación de matrimonio se suele establecer una regla, llamada la “norma del círculo”. Según esta norma, una estancia será apta si es posible trazar un círculo de 270 centímetros, con la habitación vacía, excepto por el armario. Con esa medida se entiende que será posible colocar una cama de hasta 150×200 y dejar suficiente espacio a los lados y al pie de la cama para moverse cómodamente.
03 Espacios de paso
La norma del círculo ya nos da una pista sobre las medidas mínimas que, idealmente, deben tener los pasillos a ambos lados de la cama: 60 centímetros. Se entiende, sin embargo, que esa es la medida mínima si a un lado del pasillo tenemos una pared. En caso de que tengamos un armario, 60 centímetros son insuficientes para poder abrir las puertas con comodidad. En este caso (o en caso de que el armario esté a los pies de la cama), debemos dejar un paso de 80 centímetros. En caso de que no podamos dejar ese espacio mínimo, será recomendable optar por un armario de puertas correderas.
La misma medida (80cm) se recomienda para la pared en la que esté situada la puerta principal.
04 Radiadores
Si podemos escoger la ubicación de los radiadores, lo planificaremos cuidadosamente. Aquí no hay una sola norma, sino varias. Según la Guía práctica sobre instalaciones centralizadas de calefacción central y agua caliente sanitaria en edificios de viviendas, editada por el IDEA, la ubicación ideal de un radiador es la pared más fría de la estancia. De esa forma se minimiza el efecto de pared fría. Como esa pared suele ser la que está en contacto con el exterior y, por lo tanto, suele haber una ventana en ella, lo recomendable sería situar el radiador debajo de la ventana.
Sin embargo, según cualquier decorador, un radiador es un elemento limitante y bastante poco estético, por lo que lo ideal es situarlo detrás de la puerta, donde se verá poco y ocupará un espacio que no es aprovechable para nada más.
Escojamos la ubicación que escojamos, hay una norma que sí conviene observar en todo caso: el radiador no debe estar próximo a la cama. La distancia mínima vendrá marcada por las dimensiones de la habitación, pero un mínimo de 100 centímetros de separación de la cama y de 150 centímetros de la almohada sería lo recomendable. Claro que, a veces, simplemente no hay demasiadas opciones.
05 Luz natural
La luz natural es algo deseable en cualquier estancia, pero es muy habitual que en un piso alguna de las habitaciones dé a un patio interior, que puede ser menos luminoso. A tamaño similar de habitación cabe preguntarse si es realmente necesario que el dormitorio de los adultos sea la que tenga mejor iluminación. Hay que tener en cuenta que para los adultos, una habitación es, generalmente, una estancia que se usa para dormir y poco más, mientras que para los niños es una zona de juegos y de estudio y, previsiblemente, pasarán en ella más tiempo que nosotros. Además, se ha demostrado que la luz natural es fundamental en el correcto desarrollo de la visión durante el crecimiento.
Dicho esto, como norma general, no es aconsejable situar la cama bajo la ventana por cuestiones de seguridad, intimidad y confort. La doctrina Feng Shui también lo desaconseja por diferentes motivos en los que no vamos a entrar. Claro que, a la hora de la verdad, a veces esa parece ser la mejor ubicación para la cama.
Y es que todo lo anterior son consejos de carácter general. A veces, la mayoría de las veces, de hecho, la elección de una habitación y su distribución nos vienen impuestas por las circunstancias. Por suerte, casi cualquier estancia, sin importar tamaño y proporción, puede convertirse en un dormitorio acogedor.