Es posible que, si alguna vez os habéis enfrentado a la restauración de un muro muy afectado por muchos pequeños golpes y raspaduras, hayáis acabado topando con un problema peculiar: a la hora del lijado, ¡no sois capaces de distinguir dónde aplicasteis Aguaplast y donde no!
Aunque parezca algo bastante absurdo, es un problema habitual. Nada más aplicarlos, los plastes son de un tono distinto al del yeso o la pintura blanca pero, al secarse, es difícil distinguirlos. No es raro encontrarse, cuando ya hemos empezado a pintar, con una zona que no hemos lijado correctamente. Hoy os vamos a descubrir un sencillo truco para evitar este problema. Son solo dos pasos:
01 Añadir tinte al plaste
El truco consiste en añadir unas pocas gotas de tinte cuando mezclemos el plaste. El tinte debe ser de un color similar al de la pintura que vayamos a aplicar después, pues así evitaremos problemas de tonalidad distinta. De esta forma, cuando el plaste haya secado, podremos distinguir de un simple vistazo dónde lo hemos aplicado. Eso sí, conviene ser comedidos con el tinte, basta con que el plaste destaque ligeramente sobre el fondo blanco.
Si pensamos pintar la pared de color blanco, debemos ser especialmente moderados al aplicar el tinte y escoger uno de color crudo o beige, nunca de colores vivos. Además, habremos de tener en cuenta que, antes de aplicar la pintura definitiva, será mejor aplicar un poco de pintura Isolfix al agua para evitar que las tonalidades oscuras afloren cuando seque la pintura. En caso de que se trate de reparaciones pequeñas, resultará especialmente útil la pintura Isolfix al agua en tubo.
02 Lijar enérgicamente
Con este truco, ya no tendremos problemas a la hora de distinguir dónde hemos aplicado plaste y dónde no. Terminaremos el trabajo con un lijado intenso de la zona para igualarla con el resto de la pared.
Como veis, se trata de un truco muy sencillo pero que, en casos de reparaciones múltiples en los que hemos añadido pequeñas cantidades de Aguaplast aquí y allá, nos vendrá muy bien.