Lo primero que hay que hacer es marcar la línea por la que queremos efectuar el corte. Marcaremos ambas caras del tablero, por lo que debemos hacerlo con mucho cuidado para asegurarnos de que ambas marcas de corte coinciden exactamente. Lo más recomendable es utilizar un lápiz, pues así podremos borrar después cualquier resto.

A continuación, ayudándonos con una regla de albañil o de carpintero, cortamos con un cúter la melamina a lo largo de toda la línea de una de las caras. La idea es crear un punto débil por el que se parta la melamina cuando la sierra «empuje». Cuantas más pasadas des con el cúter, mejor; lo ideal, de hecho, sería cortarla por completo, llegando al aglomerado de debajo.

Damos la vuelta al tablero. Medimos la distancia entre el disco de corte y el borde del patín de la sierra (atención, hazlo siempre con la sierra desenchufada). A continuación marcamos otra línea paralela a la que ya tenemos sobre el tablero, es decir, la de corte. Esta segunda línea la trazaremos a la distancia exacta que hemos calculado entre disco y patín.

Colocamos el borde de la regla de carpintero sobre esta segunda línea que acabamos de marcar, y la sujetamos con un par de sargentas por cada lado. La idea es que, al colocar la sierra sobre el tablero, el patín podrá deslizarse sobre el borde de la regla, a la vez que el disco corta exactamente por la línea de corte que hemos marcado previamente. Si lo hemos hecho bien, el disco «saldrá» exactamente por la falla que hemos practicado con el cúter en la cara inferior del tablero.

Con el disco en posición baja (es decir, para un corte de la misma anchura del tablero), procedemos a cortar el tablero con mucho cuidado y sin prisas. La sierra tiene su propio ritmo, es decir, avanza casi sola por el giro del disco, por lo que apenas debemos empujarla un poquito. Si nos apresuramos, lo más probable es que la melamina se desportille por mucho que nos hayamos esforzado en evitarlo.

Antes de ponerte manos a la obra, te recomendamos darte un garbeo por Internet en busca de inspiración. Allí encontrarás de todo, desde plantillas (si es que no quieres esmerarte con la cinta de carrocero) hasta imágenes de los trabajos de otras personas que ya se ha animado a hacer un trabajo de este tipo.

Pero tal vez lo más interesante sea visitar alguna página de diseño gráfico o de fotografía. En ellas suele haber apartados en los que se proponen distintas combinaciones de color. A menudo nos topamos con una combinación improbable que, sin embargo, ¡funciona muy bien!

Como siempre que trabajamos con madera, debemos empezar lijando toda la superficie del elemento sobre el que estemos trabajando. Recuerda que para lograr un buen lijado hay que ir pasando gradualmente de lijas gruesas a finas.

Imprima la superficie del mueble o elemento sobre el que vayas a trabajar. Puedes recordar aquí cómo se hace. Con ello conseguirás una absorción regular de la pintura que vayas a aplicar después, así como un fondo de color uniforme. Para dar este paso te recomendamos la pintura e imprimación todo en uno Todo Terreno.

Una vez que la imprimación haya secado, dale un lijado fino al mueble para acabar con cualquier irregularidad de la imprimación (goterones, chorretes… etc). Cuando hayas terminado, repasa todo el mueble con un trapo para retirar el polvillo resultante del lijado.

Es la hora de aplicar el color. Coloca la cinta de carrocero según el diseño que hayas pensado. Para no cometer errores, puedes marcar muy ligeramente las líneas con un lápiz, antes de colocar la cinta.

Si tu diseño contiene más de un color, empieza siempre por el más claro. Deja secar esta primera capa y, a continuación, aplica una segunda mano. Recuerda retirar la cinta de carrocero antes de que esta segunda mano haya secado por completo (¡pero no inmediatamente!). Esto es importante porque, de lo contrario, podrías llevarte un trozo de pintura cuando retires la cinta.

Si tu diseño contiene más de un color, es seguro que vas a tener que retirar toda la cinta de carrocero y hacer un nuevo enmascarado que por fuerza cubrirá la zona ya pintada. Aquí es importante tener en cuenta dos cosas:

1. La pintura que ya hemos aplicado debe estar completamente seca y la cinta de carrocero no ser demasiado adherente. No queremos dañar el trabajo que ya hemos hecho.
2. No deben quedar huecos no deseados entre los distintos colores. Es mejor que te comas un milímetro del color previamente aplicado a que se vea un trozo de la zona imprimada. Por eso hemos empezado aplicando primero el color más claro.

Una vez más, aplica al menos dos manos de pintura y retira la cinta antes de que la segunda haya secado por completo.

Como siempre, el último paso cuando se trata de trabajar sobre madera, consiste en aplicar un barniz que proteja nuestro trabajo.

Los cabeceros de madera están de moda, especialmente los de aspecto artesanal. Hacer uno es muy sencillo, basta con tener un martillo, una caja de clavos y unas cuantas lamas de madera bonita (a poder ser veteada y con muchos nudos). Puedes colocar las lamas en sentido vertical u horizontal, según sea tu gusto. Además, si quieres darle un aspecto más artesanal, prueba a hacerlo asimétrico, dejando las lamas desalineadas.

Pero si lo que quieres es destacar y tener un cabecero realmente original, la pintura es el toque maestro.

Es importante dejar la superficie lisa y suave. Ten en cuenta que es un cabecero, así que las astillas y las superficies ásperas no son bienvenidas.

Si, en lugar de fabricarte tu propio cabecero, estás reciclando uno antiguo, busca posibles desperfectos, pues es el momento de repararlos. Puedes recordar cómo se hace aquí.

Con una primera capa de imprimación sellaremos el poro de la madera para que la pintura que vayamos a aplicar después se adhiera bien. Nosotros te recomendamos la pintura e imprimación todo en uno Todo Terreno de Beissier; está disponible en cinco colores.

Si quieres acabar el cabecero con un color distinto a los disponibles para Todo Terreno, aplica ahora el color escogido en dos o más capas. Puedes probar, también, a imprimir algún diseño stencil siguiendo estos pasos. ¡Los diseños geométricos y los tipográficos están muy de moda!

Este paso es opcional, pero si quieres darle un aspecto antiguo a tu cabecero, puedes hacer un decapé, es decir, un lijado que retire la última capa de pintura en algunos lugares, preferentemente en los cantos. Así consigues «envejecer» el mueble. Te contamos cómo se hace aquí.

El último y fundamental paso para conseguir un acabado perfecto. Aplica un barniz transparente que, además de darle mejor aspecto, protegerá tu pequeña obra de arte para que dure, al menos, hasta que vuelvas a animarte a fabricar otro cabecero DIY. ¡Ya lo tienes!

Si tu intención es reciclar un cabecero de metal, el proceso es aún más sencillo.

Limpia bien el cabecero, prestando especial atención a las juntas entre barrotes, donde suele acumularse el óxido. Si el cabecero está muy oxidado, utiliza una lija o cepillo de metal para retirarlo. También puedes utilizar un producto de limpieza específico para óxido como Minoxil.

El metal es una superficie difícil para casi cualquier pintura, especialmente si se trata de latón. Por eso te recomendamos que utilices la pintura Todo Terreno de Beissier como imprimación y, en su caso, como acabado.

Aplica dos o más manos de la pintura que hayas escogido. El color blanco queda bien con todo; pero si quieres un cabecero más atrevido, prueba a pintarlo de algún color, ¡el turquesa está de moda!