A veces las estructuras de hormigón armado presentan algún desperfecto que deja a la vista parte del mallazo, o bien algún pequeño orificio por el que el agua se va filtrando hasta oxidar el forjado metálico del interior. Una mancha oscura de óxido que se filtra a través de una junta del encofrado, o que bien cae directamente desde el forjado, si es que ha quedado a la vista, es la señal inequívoca de que hay que sanear la zona y proteger el mallazo para frenar su corrosión.
Estos son los pasos para hacerlo.
01 Acceder a la zona afectada
Picaremos en torno a la zona por la que se filtra el óxido, o bien alrededor del mallazo que haya quedado a la vista. La idea es sacar a la luz no solo la parte del forjado que se ha oxidado, sino algo más. Evidentemente, no debemos esperar que la parte no afectada aparezca reluciente, pero se nota claramente cuándo una varilla se está corrompiendo y cuándo simplemente tiene algo de óxido superficial.
02 Desincrustar el óxido y frenar la corrosión
Después de picar debemos limpiar toda la zona para quitar el polvo y, en la medida en que no sea posible, también las manchas de óxido de la zona circundante. A continuación usaremos un cepillo metálico (manual, o en un cabezal para el taladro), y rascaremos bien todo el mallazo oxidado para retirar todas las partes flojas.
Cuando ya no podamos quitar más óxido por medios mecánicos, recurriremos a la química. Aplicando Minoxil generosamente con una brocha y dejándolo actuar aún conseguiremos liberar más óxido. Si el mallazo está muy afectado por la corrosión, repetiremos esta operación varias veces.
03 Proteger el mallazo
Una vez saneado el forjado, podemos pintarlo con pintura Todo Terreno, que tiene propiedades anticorrosivas.
04 Aplicar Aguaplast Obrafácil
Finalmente volveremos a cubrir mallazo con Aguaplast Obrafácil, un plaste específico para la renovación y protección del hormigón armado, porque evita su corrosión, con lo que la zona quedará sellada.