Uno de los aspectos más importantes a la hora de decorar una estancia (y uno de los que a menudo no tenemos en cuenta), es la iluminación. La iluminación puede hacer que una estancia resulte acogedora, cálida y confortable… o todo lo contrario. Ahí van unos cuantos consejos a tener en cuenta a la hora de “decorar con luz”
01 Luz natural
Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de iluminar una estancia es la luz natural con la que cuenta a lo largo del día. Esto influirá sobre otros aspectos de la decoración. Nos dirá, por ejemplo, si podemos pintar las paredes de un tono más claro o más oscuro. El simple hecho de pintar una habitación de blanco puede suponer un ahorro en la factura de la luz, por el mero hecho de que con las paredes de ese color se aprovecha mejor la luz solar.
La luz natural también influirá sobre el tipo de cortinas que debemos poner en las ventanas. Las cortinas son, al fin y al cabo, como las tulipas de una lámpara: filtran la luz solar, la difuminan o la atenúan, si es necesario.
02 Luz cálida o luz fría
En cuanto a la iluminación artificial, se suele hablar de luces cálidas, neutras o frías. Las luces cálidas son más tenues y se encuentran en el rango de 2.200 a 3.500 grados Kelvin. Suelen emplearse para crear ambientes acogedores, como puntos de lectura en el salón, o luz de mesilla en las habitaciones. Las luces neutras, en el rango 3.500 a 5.000 grados Kelvin pueden emplearse como iluminación general en pasillos, salón y habitaciones, o como luz de espejo en el baño. Y por último las luces frías, de entre 5.000 y 6.500 grados Kelvin, se emplean como iluminación general en cocinas y baños.
Por supuesto, esta es la norma general, pero cada uno puede jugar con los tres tipos de luz como le parezca. En cualquier caso, como siempre ocurre, los extremos (luces muy cálidas y luces muy frías) cansan enseguida y no es recomendable utilizarlas como iluminación general.
03 Luz direccional o luz difusa
A la hora de iluminar, podemos utilizar luminarias que proyectan su luz hacia el objeto a iluminar de manera más o menos concentrada, o bien lámparas con tulipas translúcidas que la difuminan y la esparcen en todas las direcciones.
Las primeras suelen crear lo que se llaman luces duras, con bastante contraste entre luces y sombras. No son nada recomendables como iluminación general, causan fatiga y no favorecen para nada a las personas. Sin embargo, son ideales para iluminar puntos concretos de una estancia (un punto de lectura, por ejemplo), y se pueden difuminar si se proyectan contra las paredes o los techos y se deja que estos la reflejen.
Las luces difusas, en cambio, crean un tipo de iluminación más suave, sin grandes sombras. Son las que deben emplearse como iluminación general.
04 Jugar con niveles de luz
La correcta iluminación de una estancia no depende del uso de un tipo u otro de iluminación (directa o difusa, fría o cálida…) sino de una combinación acertada de todos ellos. Una estancia bien decorada con luz tendrá varios niveles de iluminación, es decir, varias combinaciones que le permitirán adaptarse a cada momento o uso que vayamos a darle.
Un salón, por ejemplo puede tener una iluminación general con dos líneas de lámparas led en el techo, faseadas para poder utilizarse por separado. Después, una o dos lámparas de pie con bombillas cálidas pueden crear una iluminación más acogedora. Y por último, una luz de lectura o una buena retroiluminación de la pantalla de televisión pueden crear un tercer nivel para momentos muy concretos.
Cambiar la iluminación de una estancia no pasa necesariamente por hacer obras en casa. Jugando con lámparas enchufables o cambiando las bombillas de las luminarias fijas se pueden conseguir muchas cosas. ¿Te atreves a cambiar la iluminación de tu casa? ¡Anímate a compartir con nosotros el cambio en “Comparte tu proyecto”!