Seguro que muchos de vosotros vivís en una casa de alquiler, ¿verdad? Casas no muy grandes y poco personales por las que han pasado más de uno y más de dos. Ese también es mi caso y, cuando esto sucede, es más complicado conseguir adaptar o amoldar las características de la vivienda a los gustos personales de cada uno. Aún así, ¡hay trucos para conseguirlo! Cualquier espacio podemos hacerlo un poquito más nuestro, aunque no esté a nuestro nombre de una forma oficial.
Es lo que yo he intentado con la cocina de mi casa de alquiler. La calidad de los materiales que ya traía es bastante buena (no lo voy a negar) pero desde que llegué me ha parecido un poco fría y poco acogedora. Sobre todo porque predomina el color negro y el granito y no tiene una entrada de luz directa.
¿Y cómo he intentado hacerla más cálida y personal?… Pues haciendo lo siguiente:
Utilizar madera
Incorporando elementos de madera. Este material dota a cualquier espacio de calidez y, si es madera de pino, por ejemplo, también de luminosidad.
Favorecer la luminosidad
Dejando a la vista piezas de color blanco y/o acabados ligeros como el cristal. Así conseguiremos aumentar la sensación de luminosidad.
Usar texturas
Añadiendo algún utensilio o textil (trapos, servilletas, mantelitos…) con un poco de color. Esto da más frescura y movimiento al ambiente, además de aportar diferentes texturas.
El toque extra
Rematando el conjunto con algún toque verde que dé frescura y naturalidad. En mi caso, una planta y un ramito de perejil.
Y así he conseguido rebajar un poco la seriedad de mi cocina. Al menos, os lo aseguro, a mi me gusta mucho más que como la encontré. ¡Y es la misma! ¡Espero que os guste!
Por Beatriz Atienza
Periodista, entusiasta del diseño de interiores y Master en Decoración e Interiorismo.