Las fachadas son como la tarjeta de visita de tu casa: lo primero que se ve, y al mismo tiempo, la barrera que la protege del sol, la lluvia y los cambios de temperatura. Pero… ¿cómo saber si esa superficie necesita una simple mano de pintura o una reparación más seria? La respuesta está en hacer un diagnóstico de fachada.
Piensa en ello como en una visita médica: no basta con poner una tirita, hay que descubrir qué pasa debajo. Lo mismo sucede con las paredes exteriores. Pintar sobre una mancha de humedad sin revisar la causa solo hará que, en unos meses, vuelva a aparecer. Por eso, diagnosticar primero es la mejor inversión que puedes hacer.
01 Las señales que no debes ignorar
Cuando te pongas frente a tu fachada, fíjate con calma. Las fisuras son de los avisos más comunes: líneas finas que pueden deberse a cambios de temperatura o a movimientos del edificio. Las humedades son el enemigo silencioso: manchas oscuras, moho o esas sales blancas que afloran en la superficie y que nos avisan de filtraciones o de agua atrapada en el muro.
También conviene revisar el soporte: si al tocarlo se desprende material, será necesario reforzarlo antes de cualquier reparación. Y no olvides los puntos críticos: bajantes, esquinas y remates de ventanas suelen ser los lugares donde los problemas aparecen primero.
02 ¿Y ahora qué hago con todo esto?
Una vez detectados los síntomas, toca decidir el tratamiento. Si la fachada presenta grietas, un mortero de reparación será tu aliado. Si lo que tienes es humedad, necesitas un mortero impermeabilizante para sellar y proteger.
En fisuras que se abren y cierran con los cambios de temperatura, la solución pasa por utilizar Aguaplast Rellenos Elástico, capaz de acompañar esos movimientos sin agrietarse
Cuando el problema va más allá de lo superficial —pérdidas de calor, condensaciones o una fachada muy deteriorada— merece la pena plantearse un Sistema SATE Beissier Therm, que aísla por el exterior y mejora tanto la eficiencia energética como la durabilidad de la vivienda.
03 Preparar siempre, reparar después
Sea cual sea la solución que elijas, nunca te saltes la fase de preparación.
Limpiar, eliminar restos sueltos, sanear la superficie y aplicar una imprimación son pasos que marcan la diferencia entre un arreglo duradero y uno que se estropea al poco tiempo.
El acabado decorativo, ya sea con pintura de fachadas o con un revoco decorativo, es la guinda del pastel: no solo embellece, también protege.
04 Un ejemplo real en vídeo
Nada como verlo en acción.
En este vídeo de Bricocrack puedes seguir todo el proceso de reparación y pintura de una fachada antigua: desde la detección de grietas hasta el saneado, la aplicación de mortero y la pintura final. Una demostración práctica de cómo un buen diagnóstico facilita el trabajo y asegura un resultado de calidad.
05 Mantener tu fachada en forma
El diagnóstico no es algo que se haga una vez en la vida.
Igual que revisas tu coche, tu fachada también agradece una inspección anual. Basta con un paseo alrededor de la casa para detectar manchas nuevas, pequeñas fisuras o pintura que empieza a perder color.
Si actúas a tiempo, esas pequeñas reparaciones prolongarán la vida de tu fachada y mantendrán tu vivienda protegida y bonita.
Preguntas frecuentes (FAQs)
¿Cada cuánto tiempo se debe revisar una fachada?
Lo ideal es hacer una inspección anual. Un simple repaso visual puede detectar a tiempo manchas nuevas, pequeñas grietas o zonas donde la pintura empieza a deteriorarse.
¿Cómo se puede reparar una fachada con grietas o fisuras?
Si las grietas son estables, puede utilizarse un mortero de reparación. Si son fisuras que se abren y cierran con los cambios de temperatura, el producto adecuado es Aguaplast Rellenos Elástico, que acompaña esos movimientos sin agrietarse.
¿Qué hacer si la fachada tiene humedades?
En ese caso, lo recomendable es aplicar un mortero impermeabilizante que selle la superficie y evite filtraciones. Antes de hacerlo, se debe eliminar el moho, limpiar bien la zona y preparar el soporte.